jueves, 26 de enero de 2012

Leer para sentir, imaginar y crear...

Nunca he podido comprender a las personas que no leen, que rehúsan adentrarse en la vida bullendo en las letras de una historia, incapaces de manifestar curiosidad por el título de un libro, menos aún por su sinopsis. Tal vez sea por el valor que requieres para dejarte llevar mar adentro por un completo desconocido, sin saber lo profundo que te sumergirá. Porque leer es emocionante. La imaginación es el catalizador de las sensaciones más poderosas que nada ni nadie puede igualar. Dime si no es así cuando estás a la mitad de una historia de Stephen King escuchando como late de miedo tu corazón, sin importar si es de día. O descubres que estás enamorado con un poema de Sabines; que palpes lo grotesco de la vida con las magistrales descripciones de David Toscana en Santa María del circo o llores al pie de las pirámides con Santiago, gracias a Coelho. Sí, es preciso ser valiente para leer y, más aún, para admitirlo. Porque leer por gusto es algo extraño, sobre todo si estás en preparatoria o secundaria. Leer no es moda. Se critica al que lo hace porque la gente tiene miedo de imaginar, de lo desconocido, de la infinidad de mundos que podrían crecer dentro de ella. No es que tengan miedo de pensar. Tienen miedo de sentir y, por ende, de vivir, de crear. Si un libro es capaz de despertar la herramienta más poderosa de tu Ser: la imaginación y crear con ella tu experiencia de vida como tú decidas, debido a que te formas tu propio criterio, ¿No vale la pena sentir?

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